jueves, 20 de diciembre de 2012

Esta hora nueva


Jorge Debravo


Hoy no es día de sentarse de espaldas a la vida,
con las manos en cruz y un Jesucristo amargo en las rodillas.


Hoy no es día de enclaustrarse en conventos mohosos
ni de cantar canciones de novia abandonada.
Hoy no es día de ponerse a sumar amoríos
y a inventariar los sueños y tristezas viejas.


Here it comes the spring!   //  Aquí llega la primavera!
Hoy es día de correr, con los brazos en alto,
a trabajar la tierra más feraz y más ancha
y sembrar las semillas de la vida.


Hoy es día de hacer campo para cada muchacho,
para cada muchacha, para cada hombre joven, sudoroso.


Hoy es día de aserrar millones de cadenas
y día de buscar panes para nutrir hambrientos.


Que los templos se caigan a solas aplastados
por su propia vejez y fiel condición
de plantas anticuadas,
Que el sacerdote hable, predique en media tierra,
luche al lado del joven, del anciano, del niño.


Hoy es día de arar con arado de fuego
las eras del amor y el entusiasmo.


Hoy es día de arrancar las plantas amargadas,
de arrojarlas al fuego y de aventarlas.


Hoy es día de correr como animales dulces
a lo largo del largo camino de la vida.


De correr por la tierra y más allá de ella
y más adentro de ella.


Los santos de este día no han de tener cilicios,
ni ojeras enfermizas, ni músculos de hielo.


Los santos de estos días han de ser los mecánicos,
los científicos hondos que apresan el Planeta entre sus manos.


Deben ser los maestros que se hunden paso a paso
en las escondidas axilas de la tierra.


Que los templos se caigan sobre los sacerdotes
y los cristos manidos que no quieran salir a respirar.


Y que nos venga el Cristo poderoso y enorme
con mano de mecánico y un mapa universal como bandera.

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